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Como los seres humanos desarrollamos destrezas cognitivas superiores a nuestros parientes animales y logramos dominar el planeta para moldearlo a nuestro antojo, se nos olvida a veces que somos parte de un entorno, de un ecosistema en el que todos dependemos de todos. Nos lo recordó en RCN Radio la bióloga Olga Lucía Sanabria al hablar de la muerte del último rinoceronte blanco macho del que se tenía noticia en el mundo. Dijo la bióloga que el proceso de extinción de una especie es una pérdida a escala evolutiva y eso incluye al ser humano. Para ella es gravísimo porque “estamos perdiendo un proceso evolutivo de miles de millones años”.

Así las cosas, la muerte del rinoceronte Sudán nos terminará golpeando a los humanos, los mismos que por darle caza de manera indiscriminada terminamos con su especie. Tristemente no es este el único caso de animales que se están perdiendo para siempre, muchos de ellos por cuenta de esa capacidad que tenemos los humanos para arrasar y golpear la naturaleza sin pensar en las consecuencias.

A propósito de la muerte del rinoceronte que pasó sus últimos años en Kenia, recordamos en RCN Radio la preocupación de los expertos por las especies que están en vía de extinción. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza hay 19 mil 817 especies en vía de extinción en el mundo. En Colombia, según el ministerio de ambiente, son más de mil 200, algunas de ellas en peligro crítico. Hablamos de algunas que, por fortuna, comienzan a ser famosas entre la gente del común precisamente porque el riesgo inminente las hace aparecer en los reflectores: el oso de anteojos, el manatí, el cóndor, son animales que no conocerán nuestros nietos si no estamos dispuestos a protegerlos y cuidarlos para las próximas generaciones.

Durante siglos los humanos “conquistamos” la naturaleza y la colonizamos sin tener en cuenta las implicaciones o consecuencias que tienen nuestros actos. Secamos humedales, talamos árboles, cazamos todo tipo de animales, explotamos minas sin límite, derribamos selvas y un largo etcétera que permitió el camino del llamado progreso. Hoy ya sabemos que todo lo que hacemos tiene un impacto en el medio ambiente que al final de cuentas se nos puede devolver. Ya en muchos lugares vemos lo que pasa cuando no se hace un desarrollo sostenible. Los ríos se secan, las plantas mueren, los animales desaparecen.

Si nuestra suerte está ligada a la de los animales y a la de nuestro planeta cuesta entender por qué no aprendemos a convivir con las demás especies y con el entorno que nos da la vida.

La historia de Sudán, ese rinoceronte blanco que simboliza a todos los de su especie que murieron, nos recuerda que somos más parientes de los animales de lo que nos gusta aceptar. Como ellos necesitamos comida y agua para vivir. Como ellos necesitamos un entorno seguro para desarrollarnos y como ellos podemos desaparecer un día si nos empeñamos en destruir el único hogar que tenemos. Por ahora no hay más para donde ir.

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